Serenata para la Tierra de Uno

El hielo en los huesos quema.
El llanto arde en mi herida,
como alcohol flagrante y dorado.
Cada país es un mundo tibio
entre murallas de acero y soles redondos.
Domingo de mesa grande, quizás radio.
Aroma a Europa vieja, y a tanto liberal suelto.
Te siento pequeña en cada mano, transitada,
cuna de oro y de algunas miserias.
Y la muerte te roza, el odio llama,
pero el país resuena flotando ayeres
no muy distintos al hoy.
Verte nacer es un misterio vivo.
Cada lucha te invoca distinta.
Patria es un milagro grande
que se intuye despacio
que se guarda en cada espejo
que se canta o se reza.
Te sostienen manos desocupadas,
a pesar de todo,
florecés en cada casa sin techo
y en las bocas vacías.
Tu pueblo agita como llama,
y escuda su dignidad en cada hombro,
el lecho es la tierra y la llanura.
Lamentás cada error y cada silencio,
cada vez que te nombraron aquellas bocas verdes,
cada palabra tachada,
y cada hijo que sufre.
Te pisotearon en un mundo antiguo
y se burlaron a tus espaldas y en tu frente.
Y si el tango resuena en tus venas,
si a cada beso le ponés la vida,
si el sudor corre en tu espalda celeste,
si tu origen te reclama...
Transgredí.
Recordá.
Sé sur más de la cuenta.

Siempre consideré a mi patria como un gran conjunto de países, como un pueblo que crece unido. Ahora más que nunca es importante recordar lo que genera la posibilidad de la libertad en cada uno de los ámbitos de la vida. ¿Qué es lo que pedimos sino lo más hondo, lo que se despierta en cada uno y es espóntaneo, real, febril y ardiente? Quizás si hurgamos profundo, surge la necesidad intensa de reconocer el principio, de vibrar juntos teniendo a nuestro haber el pleno ejercicio de nuestra libertad. No sólo hay cadenas que nos atan externas a nuestro propio ser. Propongo reconocerlas y trabajar para que también ellas nos permitan desplegar cada una de nuestras realidades, en la medida de lo posible para cada uno hoy. Porque cada vez va a ser más, y vamos a ser más, nuestro grito se va a oir más lejos... ¿Y quién es capaz de apagar el fuego que surge del calor humano, de la lucha constante y profunda por la verdad?

La eternidad no es más que truco para continuar

Después de algunos meses de vacaciones, de descanso, de fatigas y hasta algunas tristezas, vuelvo a encontrarme con este espacio compartido que intenta contar un poco de lo que soy y lo que somos.

Celebro el reencuentro, en todas sus formas, y los abrazos extendidos.

Gracias a toda la gente que hace de mi mundo una parte del suyo propio.

Los dejo con poesía que vive.

Debo escuchar otra vez la guitarra del barrio

y recorrer mi ciudad para reconocerla

debo volverme a encantar como supe de niño

y despertar como un dios que alargara la sienta.

Debo leer en el mar la lección de lo inmenso

y renombrar el color que la vida me enseña

debo saber respirar un oxígeno fresco

y regresar a ese sol que contigo me espera.

Debo aprender que mañana es un mundo habitable

lleno de instantes, promesas y besos y sueños

debo encontrar la semilla del hijo y del padre

debo bañarme otra vez en el claro deseo

en el hondo deseo, deseo.

Debo ponerme a brillar con la luna entreabierta

y recostarme en la paz que humedece tu abrigo

debo saberle cantar a una noche tan nueva

como aquella que una vez estrenaras conmigo.

Silvio Rodríguez