melodía solar
Esto lo escribí hace tiempo ya, quizás sea justamente eso lo que le da cierta belleza. Recién ahora me decido (y no) a compartirlo. Es un texto clásico de las noches laurísticas un tanto melancólicas. Con ustedes...
Es un silencio confuso. Afuera es de noche y hace calor. No corre viento y las dudas se instalan. No sé cuántas de las quejas que realizo son reales o son intentos de demostrarme lo bien que estoy. Hay algo que todavía no tiene vida propia, pero lo extraño. Eso, o extraño la posibilidad concreta, repentina, de extrañar a alguien. No quiero que los hombres tengan un nombre distinto cada día en mi mente y para los demás. Todo se diluye demasiado pronto, y eso es porque nada comienza. No recomiendo abrir sin cerrar, porque nada permanecerá dispuesto. El comienzo tiene que ser desde el corazón. Y no quiero confundir piel con calor, beso con ternura, pasión con necesidad, noche con abismo. Hoy estoy en mi cama, pero podría estar en cualquier lugar. Eso tiene de maravilloso la vida. La sorpresa no es el acontecimiento sino la posibilidad de que ocurra. Miles de potencias que son el mundo. Atemporales. Anacrónicas. Para mí.
Sin eso estamos perdidos. Pero también retrocedo sin avanzar, y necesito aferrarme a formas que vuelan, que se desprenden tan fácilmente como mi aliento, como esta tinta que podría haber utilizado para decir te amo muchas veces.
Hay un punto al que debo llegar para partir realmente. Antes que el cielo. Y nadar entre la espuma que penetra en mi cuerpo y no se desvanece, porque es mi sangre que corre. Entonces, aprendí a convivir con lo único de lo que no quiero divorciarme. Mi ser en pétalos que se abren como melodía solar.
Sin eso estamos perdidos. Pero también retrocedo sin avanzar, y necesito aferrarme a formas que vuelan, que se desprenden tan fácilmente como mi aliento, como esta tinta que podría haber utilizado para decir te amo muchas veces.
Hay un punto al que debo llegar para partir realmente. Antes que el cielo. Y nadar entre la espuma que penetra en mi cuerpo y no se desvanece, porque es mi sangre que corre. Entonces, aprendí a convivir con lo único de lo que no quiero divorciarme. Mi ser en pétalos que se abren como melodía solar.